martes, mayo 30, 2006

Regresando a la infancia

Necesito escribir porque no puedo sacar lo que siento así nomás.
¿No te pasa que es mucho lo que querés decir y no lo podés expresar con tres palabras?
Bueno, me pasa. Me vuelvo loco hasta que no escribo. Me exaspera no poder contar algo.
Es más fuerte que yo, pero no es solo abrir el Word y escribir, en el caso de la computadora. No. Es mucho más que eso. Influye mucho la letra que yo veo cuando escribo. Odio la Times New Roman. La odio. Me predispone mal. Me aburre. Me enloquece. Me enfurece. Y bueno, la cambio ya con mal humor. Y después lo dejo para el final.
En fin, la escritura no es tan fácil, claro que no. La escritura es el arte de expresar ciertas palabras en una forma armónica de manera tal que cuenten lo más parecido posible, lo que vos querés transmitir.
Me remito a una frase conocida de un grupo conocido (para mí, por lo menos) “Soy un solitario transmitiendo un mensaje”. Claro, lo dice todo. Quien puede negarme que el que se dedica a escribir en su tiempo libre no es un solitario con algo que decir. Nadie. Siempre se está solo cuando se escribe, siempre hay algo que contar. Siempre hay algo que manifestar a través de dos, diez, mil palabras, siempre hay algo que decir.
Quizás sería mejor que me preocupe por transmitir lo que quiero escribir, pero… al fin y al cabo, esto es parte de lo que quiero decir. Digamos, yo abrí el Word con una intención determinada, expresar mi malestar. Pero me surgió otro tema, el mismo de siempre, el problema del escritor. Y decidí escribirlo, desquitándolo quizás logre no preocuparme más.
Digamos que sería más adecuado ir al grano. Finiquitar lo que venía a decir. No irme por las ramas. Caer de golpe y contarlo. Escupirlo. Solo un problema más. Se olvidan de las armonías.
¡Claro!
¿Vos crees que yo voy a decirlo sin emitir a una rima enloquecidamente agradable para el lector?
¡Claro que no!
Siempre hay un seguimiento anterior a cualquier escrito. Repasar mi vocabulario, mi memoria y mi persona. Elegir la forma, la combinación de palabras, la emoción.
Es una apasionante forma de ver las cosas. Un entretenimiento sin riesgos. Aunque, pensándolo bien. Sí, hay riesgo. Caer en el llanto. Me pasó, no creas que no. Pero es, más allá de lo que digan, hermoso. Sentirse persona. Humano. Tener corazón. Sensación insuperable. Indescriptible.
Y sí. Me sigo yendo por las ramas. Es que las palabras te llevan solas. Tienen poder. Tienen vida propia. Creeme.
Volviendo al tema central, que lo estamos dejando olvidado, escribo para contarle al que pueda y quiera leer esto, sobre todo quiera, el poder pende de tu propio criterio, que me siento terriblemente mal.
Ahora te estarás preguntando, espero, sino, no lo leas más, qué me habrá pasado. Bueno, respondo a tu pregunta con lo siguiente. Me di cuenta, y esto no es reciente, que las personas van olvidando su infancia por completo.
¿De qué estás hablando Willis? Claro, hablo de que la gente no puede disfrutar de la vida.
Reír se te olvida cuando creces, y algunos adultos que leen esto me pueden decir, yo me sigo riendo.
Pero por supuesto.
No es esa risa a la que me refiero. Me refiero a lo ingenuo, lo infantil, lo tonto, lo verdaderamente importante, lo que la sociedad puso a un lado, eso que parece una pelotudez inmensa. ¡ESO!
Sabés lo que vale poder decir yo sigo siendo un pibe. Poder vivir la vida como un pibe. Seguir creciendo día a día como un nene que quiere conocer el mundo. Poder reírte con la ingenuidad que solo un nene tiene. Es irremplazable.
Y no solo me da bronca que la gente grande se haya olvidado de esto. Me da bronca que no te dejen vivir así. Porque al fin y al cabo, si no rescatás la infancia, es cierto, se puede vivir.
Pero, no es lo mismo. Yo quiero vivir recordando como lo hacía un nene. Poder disfrutar de cada momento como si fuera un nuevo descubrimiento de este mundo. Y no es vivir como nene en todo aspecto, no voy a hacer el avioncito cada vez que quiera comer. Solo recordar la infancia. No olvidarla, a pesar de que crezcas, mantener recuerdos frescos día a día. Sin importar que es lo que digan.
Y eso hoy en día lamentablemente no se puede hacer. Hay gente que se emperra en joderte la vida. Y eso me molesta en el alma.
¿No puedo subirme a un árbol y cagarme de la risa, aún teniendo dieciséis, dieciocho, treinta y cuatro años?
¿No puedo salir del baño y taparme con una toalla de Mickey?
¿No puedo comprarme un Kinder y armar el juguetito de adentro?
Claro que puedo. El tema es hacerlo sin que te señalen y se caguen de la risa.
Eso es lo que me genera un impaz en el alma.
Y eso es justamente lo que hoy quise transmitir.
Gracias por tu tiempo.

Juan.